martes, 12 de mayo de 2009

Reseña

Objetivo:
El objetivo de esta reseña es analizar el dilema al cual se ve enfrentado el presidente Álvaro Uribe Vélez frente al tema de la reelección desde un punto de vista ético. Para ello, se tomarán las teorías de los cuatro filósofos más importantes de la ética: Aristóteles, Kant, John Stuart Mill y Federico Nietzsche, con la intención de aprehender la importancia de la ética en la vida cotidiana de cada individuo y no simplemente en el discurso filosófico.
Tesis:
¿Es o no ético que el presidente Álvaro Uribe decida optar por reelegirse en su cargo?
Frente a este tema se ha polemizado mucho dentro del escenario político colombiano. En el comienzo fue cuando se pretendía modificar la constitución para posibilitar un segundo periodo presidencial. En ese momento, se hizo con la finalidad de dar continuidad a un plan de seguridad democrática que, sin duda alguna, había mejorado notablemente la condición de vida de los habitantes. Sin embargo, pasado el segundo lapso de cuatro años, vuelve a aparecer el tema de reelegir al mandatario actual, pero esta vez se hace frente a una mayor oposición y una menor popularidad.
Es entonces cuando aparecen dos bandos. En el primero se encuentran los uribistas, quienes creen firmemente que este buen proceso que se ha venido dando debe tener un poco más de tiempo para consolidar un camino férreo hacia la paz y el desarrollo. Este grupo, que muchas veces actúa por la emoción más que por la razón, cree también que Uribe es el único que actualmente tiene el perfil para llevar las riendas del país. Con base en lo anterior, hacen todo lo posible para lograr mantener al presidente hasta el 2014.
Por el otro lado, está la oposición que argumenta que darle cuatro años más al presidente sería empezar a perpetuar el poder de Uribe, lo que atentaría inescrutablemente contra la democracia colombiana; algo que no vale la pena arriesgar si, como ellos, se cree que existen muchos otros dirigentes con las facultades suficientes para liderar el país por un buen camino.
Lo cierto es que ambas partes pueden envolverse en discusiones de nunca acabar, pues encuentran argumentos y contraargumentos basados en diferentes áreas. No obstante, si nos remitimos únicamente al análisis ético, resulta casi necesario afirmar que Uribe no debería aceptar la propuesta reeleccionista.
Reconstrucción de Fuentes:
Como ya se dijo, cada uno de los autores mencionados en los objetivos, plantea una forma ética de comportarse, las cuales son completamente aplicables a este caso.
Aristóteles, por ejemplo, concibe la felicidad como el bien máximo que puede alcanzar un hombre; es por lo que todos viven y lo que todos buscan. Pero también dice que esa felicidad sucede en la medida en que el hombre se llene de virtud, lo cual se logra a través de los puntos medios. En otras palabras, alguien se vuelve virtuoso cuando no es derrochador ni mezquino, sino generoso; o cuando no es cobarde ni temerario, sino valiente. Conforme a eso, el presidente debería pensar que para alcanzar su felicidad el punto medio se encuentra entre pasar su periodo sin pena ni gloria y adueñarse del poder en el país, lo cual lleva a pensar que al final de este periodo debería terminar su mandato, pues evidentemente el vicio ya lo superó al ser el primer presidente en ser reelegido por los colombianos, pero seguir lo podría llevar al exceso de atentar contra la democracia. Además, según Aristóteles, Uribe debería retirarse de la presidencia para seguir en la política, pues se trata de una persona de la clase alta, que por ser un animal político debe estar trabajando en sociedad para llegar a su plenitud.
Lo mismo pensaría Emmanuel Kant, cuya teoría dice que el hombre debe buscar la libertad al alcanzar la mayoría de edad. Para hacerlo, el hombre debe atreverse a pensar por sí mismo y siempre actuar bajo el imperativo categórico, o sea mediante máximas que pueden universalizarse. Por eso la reelección es inadmisible desde este punto de vista. Primero, porque implica limitar a los demás políticos y habitantes a valerse del entendimiento de Uribe y no del propio; y segundo, porque su acción no puede llegar a ser universal, pues si cada persona se perpetuara en un cargo, el mundo carecería de un recambio necesario y se opondría al constante devenir de la realidad.
Contrario a ellos, encontramos las teorías de Mill y Nietzsche, quienes proponen unas suposiciones éticas que llevarían, en este caso, a volcarse a favor de la reelección. En Mill, se propone una ética utilitarista, donde la felicidad se encuentra mediante la realización de acciones que generen placer, lo cual conlleva a que no exista una manera general de actuar, sino que cada individuo tiene su modo correcto y ético de actuar, siempre y cuando no interfiera con esa misma libertad del prójimo. Por eso, si perpetuarse en el poder le genera placer al presidente Uribe, entonces éste no deba tener dudas en postularse, siempre y cuando respete (actuando bajo la ley durante toda su campaña) el derecho que tienen los otros candidatos a buscar también su placer.
Nietzsche, por su parte, también apoyaría a Uribe a reelegirse, pues su ética se basa en la creación de un superhombre, que no es subordinado por otros hombres sino que tiene la facultad de gobernarse a sí mismo y que debe mantenerse alejado de la compasión, pues ésta representa el peor sentimiento que pude tener un ser humano. Consecuentemente, el presidente debería tener la condición de superhombre y construir el escenario político que él desee tener, en vez de admitir que un grupo de senadores decidan su destino, ya que el hecho de darles la posibilidad a otros de gobernar, aún cuando él siente que quiere y debe hacerlo, sería caer en compasión.
Reconstrucción de Argumentos:
Así pues, se hace evidente que cada uno de los grandes filósofos tomaría partido en este dilema que se llama reelección. Aristóteles y Kant representarían entonces a la oposición, mientras que Mill y Nietzsche representarían los que coloquialmente llaman “furibistas”. Pero entonces, ¿cómo saber qué solución se plantea desde la ética? Pues bien, a pesar que es indiscutible que las cuatro posiciones son válidas desde una perspectiva filosófica, también se hace necesario decir que al momento de llevarse a la práctica, debe tomarse los planteamientos que hayan sido engendrados teniendo en cuenta una realidad y un entorno similar al sitio donde va a aplicarse, que en este caso es la República de Colombia. La teoría de Aristóteles, por ejemplo, se basa en una política de polis donde los dirigentes son básicamente quienes conformen la clase alta, lo cual va en contra de la democracia que, según él, le da la posibilidad a los pobres de llegar al poder, lo cual es negativo porque ellos no tienen la capacidad de gobernar ni hacer política. Eso no es lo que se pretende en Colombia, pues allí se busca constantemente la democracia y la igualdad bajo la premisa “anti-aristotélica” que todos nacemos igual y morimos igual y por tanto merecemos las mismas oportunidades. Sería absurdo aplicar teorías que proponen una ética que conduce a un modelo distinto de la sociedad que se quiere. Lo mismo sucede con la teoría de Mill, cuyo planteamiento de buscar todo aquello que traiga placer, remite inmediatamente a la generación de ideales anarquistas, donde cada quien hace lo que le plazca desde que no se entrometa en la libertad del prójimo. E inclusive, la de Nietzsche propone una figura de superhombre que lleva a los dirigentes a la creación de gobiernos totalitarios (aunque no hubiese sido la intención del filósofo).Prueba de ello es la culpabilidad que le otorgan a Nietzsche en la creación del pensamiento fascista hitleriano.
En cambio, se puede decir que la única compatible con la realidad colombiana es la teoría de Kant, pues sus planteamientos cimentaron la Revolución Francesa, en donde se procuraba hacer justicia con el pueblo que se encontraba oprimido y de esa forma lograr la libertad, igualdad y fraternidad. Muy similar a lo que sucede en Colombia, un país que con o sin reelección, pretende disminuir la diferencia entre ricos y pobres para posibilitar la democracia y la igualdad entre los ciudadanos. En otras palabras, para lograr esos ideales se debe actuar bajo una teoría ética que esté alineada hacia dichos objetivos y en el caso de Colombia, de las cuatro vistas anteriormente, la kantiana es la única que aplica.
Si se toma esto como verdadero, entonces también se debe concluir que con respecto al dilema de la reelección, Álvaro Uribe debe entender que lo mejor para llegar a el objetivo de nación es dar un paso al costado, pues como ya se dijo, seguir en el poder iría en contra del imperativo categórico al no ser una acción que se pueda universalizar.
Conclusión:
Finalmente, se hace evidente que en Colombia existe una gran polémica acerca del tema de la reelección, por lo cual al presidente se le presenta un dilema ético enorme. De ahí surge la pregunta: ¿Es o no ético que el presidente Álvaro Uribe decida optar por reelegirse en su cargo? Entonces, después de analizarse la postura de los filósofos principales, se encuentra que Aristóteles y Kant proponen teorías éticas que llevarían a renunciar a la reelección, mientras que Mill y Nietzsche apoyarían al presidente hacia un tercer mandato. Sin embargo, en el momento de tomar la decisión acerca de cuál de las cuatro propuestas llevar a la práctica, surge el inconveniente de los escenarios a los que conllevan que estas formas de actuar, pues tres de ellos sugieren panoramas diferentes a los intencionados por Colombia. La ética kantiana, mientras tanto, es la única que está concebida dentro de un marco y con unos objetivos similares a los de la realidad colombiana y por consiguiente, debe ser la forma de actuar asumida por Álvaro Uribe. Luego, el hecho de seguir en la presidencia no es un acto ético, sino una conducta propia del imperativo hipotético.

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